Las fases de la partida

Fases de la partida

 La partida de ajedrez se puede dividir en tres fases: la apertura, el medio juego y el final:

LA APERTURA
Es la primera fase de la partida. Está formada por los primeros movimientos. Durante las primeras jugadas ambos contendientes tratan de sacar sus piezas al campo de batalla lo más rápidamente posible. A esto se le llama desarrollar las piezas.
Con el desarrollo las piezas ocupan casillas en las que podrán desplegar mayor actividad y potencial que desde sus casillas iniciales.
En esta fase se inicia una pequeña carrera por ver quién será el primero en conquistar las casillas importantes del tablero, que servirán como puntos de despliegue en el futuro ataque a la posición del enemigo.
La apertura puede darse por concluida cuando han sido desarrolladas las piezas menores (alfiles y caballos) y se ha puesto al rey propio en seguridad mediante el enroque.

EL MEDIO JUEGO

Tras las jugadas de apertura las fuerzas de ambos bandos ya están desplegadas y empiezan a entrar en contacto entre sí. Se producen las primeras confrontaciones y la batalla propiamente dicha comienza.
El medio juego es la fase más complicada de todas. Todas las piezas entran en juego y las posibilidades se multiplican. Las tácticas son comunes y las piezas propias deben protegerse ante las agresiones de las piezas del rival.
Durante esta fase los jugadores tratan de elaborar planes estratégicos, se fijan objetivos, tanto a corto como a largo plazo, e intentan debilitar la posición del oponente para poder iniciar un ataque.
En esta fase es muy importante saber complementar la estrategia y la táctica, evaluar correctamente las posiciones, entender qué factores de la posición sobre el tablero son importantes, dónde residen las fortalezas y debilidades de cada bando, etc.
El análisis de todos los elementos presentes en la posición permite al jugador elaborar un buen plan de juego, que le permitirá obtener una ventaja.


EL FINAL
Como consecuencia de la lucha que se establece en el medio juego se producen cambios de piezas. Cuando quedan pocas piezas sobre el tablero se entra en la última fase de la partida, en la que el desenlace está ya cerca.
En esta última fase, el bando que consiguió ventaja en el medio juego trata de materializarla y convertirla en victoria. Mientras que el jugador que quedó en desventaja trata de anular dicha ventaja y defenderse.
En la fase final es determinante la técnica y el cálculo. Una mala técnica o un error de cálculo puede echar por tierra todos los esfuerzos realizados hasta el momento. Por otro lado, una pequeña ventaja lograda en la fase de apertura o en el medio juego puede convertirse en victoria con una buena técnica en el final.
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En realidad, estas fases de las que hemos hablado no siempre están claramente diferenciadas. Esto es así porque las transiciones entre una fase y otra son algo difusas.
Por ejemplo, es bastante común ver partidas en las que, tras unos primeros movimientos de apertura, se cambien muchas piezas y la partida desemboque rápida y directamente en un final sin pasar siquiera por el medio juego.
También se da a menudo el caso de que uno de los dos jugadores ya ha salido completamente de la apertura y está jugando un medio juego, mientras que su oponente todavía esté tratando de desarrollar sus piezas.

Vamos a ver una partida de ejemplo en la que podremos distinguir las tres fases. Se trata de la partida Capablanca - Lasker, New York 1924:

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